Capítulo II

Capítulo II

Sin prisas,
esa era la intención
pero se hace difícil luchar contra tu naturaleza,
a ratos lo consigo,
a ratos me dejo llevar por mi inercia,
a ratos yo.
Debería aceptarme, inconstante, inestable, inacabado.


Recuerdo el crujir de las chapas al montar el coche en la rampa de acceso al barco como si estuviera escuchándolo ahora mismo, se me ponen los pelos de punta mientras emocionado escribo estas líneas. Se que lo he dicho antes pero ahora si que si ,¡Ahora es la buena! . Una vez dentro del ferry me indican donde aparcar, fueron piadosos conmigo ya que no me hicieron maniobrar mucho en el estrecho parking. Gracias de nuevo. Detrás mio aparca un francés de los que saludan currículum en mano, curtido en viajes según cuenta. Iba también con perro. Me alecciona en las cosas que debo y no hacer, me advierte de todos los peligros, que según el no eran pocos y me mete en el cuerpo todo el miedo que puede. Tras darle las “gracias" el francés se dirige hacia la furgoneta de otros chicos que también acaban de embarcar, a quienes a bien seguro y con toda su buena intención advertirá de los innombrables y múltiples peligros de su viaje. Después de tremendo sermón subo a cubierta dejando a Ego en el coche, desde ahora convertido en feroz perro guardián.

El barco va relativamente vacío. Me entretengo en adivinar los motivos de viaje de cada cual y en rellenar el primero de los muchos formularios que debería realizar en la aduana Marroquí. Aprovecho también los lavabos para quitarme un poco de mugre. Afuera parece que ahora sólo chispea, y salgo a una de las terrazas a tomar un poco el aire. El olor a gasóleo mezclado con agua de mar es de lo más desagradable. Sólo unos cuantos fumadores, a los que irónicamente parece molestarles el humo de motor del barco, y una pareja emulando a Kate y a Leonardo en Titanic aguantan en el exterior. Yo regreso al impersonal pero confortable interior del barco y me acomodo en un sillón frente a un gran ventanal en la proa mientras nos acercamos poco a poco a puerto.

Atracamos en el muelle y como si de la salida de una carrera se tratase los conductores montados en sus coches arrancan e intentan ganar posiciones. Un carril limitado por conos nos conduce hasta el puesto aduanero donde una avalancha de personas sin uniformar ni identificación alguna aporrean las ventanas de todos los vehículos pidiéndonos la documentación. Desconfiado pero contagiado por el que hacer de los demás entrego los papeles a un hombre, que desaparece en dirección a la oficina de aduana, iba perseguido por un segundo que me grita que después le de una buena propina, ¿¡Cinco euros dice!..¡Al igual!, pienso , más tarde se conformaría con un euro. Esto marcaría ya una tendencia en mi a la hora de aflojar dinero a según que gente. Me convertiría en el típico occidental rata. Si el papeleo constaba de tres o cuatro documentos , eran tres o cuatro veces las que te pedirían propina, matemática pura. En la cola había toda clase de vehículos, franceses, belgas, holandeses, alemanes, habían furgonetas, todo terrenos, autocaravanas, algún clásico y lo mas llamativo un par de tipos montados en ciclomotores equipados como si fueran a realizar el rally París-Dakar, !Si es que hay gente para todo!

Con todos los papeles en la butxaca aparco justo a la salida, delante de una oficina de cambio, me surto de dirhams , que es como se llama la moneda marroquí, cojo el cambio sin contarlo y lo meto en la cartera. Me doy cuenta de que todas las advertencias y perjuicios sobre esta gente han hecho mella en mi. Tengo paranoia. Creo que todo el mundo me mira y quiere mis”cosas”.

Practico el ritual cerrando cortinas etc. y voy a dar una vuelta por la medina de Tanger. Sigo sin poder sacar la cámara , llueve y mucho ,por el momento se vería frustrada mi idea de fotografiar todo aquello que se moviera. Mi goretex, que es el nombre que se le da al tejido de la chaqueta que llevo, hay algo que no entiende, debería evacuar el agua y !No absorberla!, se empapa de inmediato, también llevo puestas las botas de montaña que de momento aguantan el tirón. En la calle queda poco asfalto sin cubrir por el agua, es increíble, joder que estoy en Marruecos y parezco Bob esponja, aquí tiene que hacer mejor clima ostia! Aún con la que cae encuentro a muchos busca vidas a la caza del turista con cara de gil como la mía, supongo que al igual que las moscas hubieran estado mas pesados con calorcito y solete así que me conformo. Al lado de la verja jóvenes intentan colarse en los camiones para pasar la frontera y las carreras entre chavales y policías se suceden.

Las empinadas calles de la medina parecen ríos, pero aún así hay tiendas abiertas y algo de vida en la calle...alguna merluza , algún atún. Ego parece un castor de lo empapado que va. Pronto rendido me doy media vuelta y vuelvo al coche y con todo el pescao vendio habiendo visto más bien poco de Tanger arranco dirección Tetuan.

Dice la radio que no llovía así desde hacia cuarenta años, y que ha sido récord de agua recogida en veinticuatro horas, desprendimientos, muertos y desaparecidos, casi nada. Cogí carretera nacional y en efecto habían muchos taludes derrumbados, piedras en la carretera, barro y algún tronco. De vez en cuando en algún badén el agua superaba en un par de palmos el nivel del asfalto. Antes de llegar a la población costera de Martil tuve que vadear el primer río desbordado. Me detuve en el margen de la carretera y esperé a mi conejillo de indias particular, en un principio no hubo suerte, todos los que venían imitaron mi gesto y nadie se aventuraba a cruzar. Un camión mercedes de época fue el primero. Pasó sin problemas. Eso me animó y fui el segundo en mojarme. Fui demasiado rápido , eso hizo que el agua desplazada por el morro del coche fuera golpeando en el parabrisas haciendo la travesía de lo más espectacular, aunque sin mayores problemas pasé a la otra orilla.

No sería hasta unos kilómetros después y ya en las afueras de Martil donde me convertiría en el protagonista del espectáculo que miraría la gente subida a un montículo que había a pie de carretera. En frente un perro se acerca nadando, se sacude y hace compañía a los demás espectadores mientras un policía que montaba guardia en medio de la carretera enfundado en una capa de plástico me indica que podía pasar. -¡¿Como?! Ahora eran otros los que esperaban a su rata de laboratorio. No las tengo todas, mejor dicho, ¡No tengo ninguna!. Delante habían dos hileras de palmeras, imagino delimitaban la avenida, pero , ¿habría mediana? ¿Estarán las tapas de alcantarillado, si las hay, en su sitio? No se, le doy a la palanca del cuatro por cuatro , la reductora y quito el contacto, el catxarret no necesita de batería para funcionar. Buff, buuff, primera, segunda, tercera...creo que así está bien, avanzo. Empieza a subir el nivel de agua, media rueda, lo veo negro, pero no puedo detenerme si no se me parará el motor, pienso... sale vapor de agua del capó,el motor esta en contacto con el agua, ¡ Joder que nervioso estoy!, el agua sigue subiendo de nivel,y ya está dentro,¡Oscar no pares!. Al fondo se adivina una subida donde tendría que acabar esto. ¡Dios! Sigue subiendo el nivel, voy pisando el acelerador con el pie sumergido en agua y no paro. Estos minutos se me están haciendo interminables.

Parece quedar poco para acabar, va bajando el nivel de agua. Paro un minuto en medio de la calle, donde evidentemente no molestaba a nadie, ya que era el único que había decidido convertir su coche en submarino. Espero a que escurra un poco mi Nautilu. Pienso en lo arriesgado que es exponer así el coche en un país extranjero. Continuo la marcha.

No pasarían más de trescientos metros cuando el asfalto volvería a ser engullido por el agua. No mamá, no ¡Noooo! No quería, no,de verdad que no quería, joder.A lado y lado todo eran campos inundados, quizás si daba media vuelta... Pensé que lo atravesado era malo, pero ya lo conocía, y en quien sabe lo que vendría a continuación, no se que hacer, joder! Continuar de frente, eso haría. Esta vez el agua no subió tanto de nivel y al confiar más en las capacidades anfibias de mi coche crucé un poco menos nervioso, porque de tranquilo nada. Más adelante encontré un desvío que me llevaba a la autopista, evidentemente lo tomé. Resultaron estar todos los peajes de las autopistas abiertos . Tarde pero me enteré que las demás comunicaciones estaban cortadas. En la autopista recorro algunos kilómetros en relativa calma y empapado, pero con la comisura de los labios en positivo llego a Tetuan.

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