Capítulo IV

La gente me mira asustada a la vez que extrañada, se ve que Ego impone, algunos niños y mujeres asustados chillan sorprendidos .Me incomoda un poco pasear con Ego, pero por lo menos ahuyentará a algún que otro vendedor pesado. Aunque pensándolo bien me abre camino entre la multitud que pasean por la calle y eso tampoco está tan mal. La mezcla del olor a comida y especies, la música, la luz, las lamparas iluminando el humo que sale de las parrillas en los puestos de comida en calle, el momento es mágico. El instante es increíble aún a pesar de la barra de aluminio, que por corta, me obliga a cogerla con la palma como si de un cambio de marchas se tratase. Cuando llegue al coche la encintaré, o de lo contrario , la frase, tener la palma de la mano agujereada pasara a tener un sentido literal, sin perder en mi su completo sentido figurado.

-Hola, español? Como estás , Madrid o Barselona?

-Barcelona

-Barselona es bona si la bosa soooonaaaa.

Me parto y me mondo. Vaya pringao pienso y sigo mi camino. Era un chico joven el que me gritaba desde una plaza del medio de la medina. Ya había menos gente, era más tarde y habían muchos trozos sin iluminar. Con esto que escribo no me quiero escusar de lo que acontecerá. Continuo dirección al coche...

-Hoola amigo! ¡Barselona! ¿Que biuscas?¿Biuscas algo? ¿Hachis?

-No, no gracias.

Ejem. Era el mismo chico en la misma plaza, juraría que no había hecho un circulo, mi orientación en las medinas seguía sin mejorar. Ahora ya lo tenía más claro, una calle , otra calle, plaza, oscuridad , escaleras...

-¡Hola Barselona! ¿que tial? ¿Que biuscas? ¿Te hias perdido?

-No, no gracías.


Joooder. Reconpongo mi cara de Mr. Bean y me centro, esto no puede ser tan difícil. Lo pruebo una vez más. Y una vez más acabo en los morros del chaval que se descojona en mi cara y con toda la razón del mundo.


-¡Oye! ¿Para salir de la medina como coño hago?


Intercambiamos unas frases y cuatro risas, me indica que la salida está justo a su espalda y que por este lado de la medina es la única manera de salir, y que el elegía ese sitio por su posición estratégica ya que todos los turista antes o después tendrían que pasar por delante suyo. ¡Viva el ingenio de los buscavidas!


Llego al coche y organizo un poco las cosas, le pongo la cena a Ego, el agua, Estiro el colchón y el saco, enciendo un par de velas, cojo un libro y ….Aaaah! me encuentro la cara del viejo del parquing pegada al cristal de coche. Madre de dios que susto, le pregunto gritando: - ¿que que pasa? Y con señales creo entender que haba escuchado ruido y había venido a ver que pasaba, ¡Cojones vaya susto!, recuperado y con el ritmo de las pulsaciones a su nivel normal, me relajo y desaparezco.

Me levanto temprano, sigue sin llover pero el cielo está gris. Estoy obsesionado con el tiempo pero es que no hay manera de secar las cosas. Dentro del coche todo continua mojado incluso la ropa está húmeda. Esta todo hecho una pena.

Desayuno a base de café con leche y unas magdalenas, lease leche condensada diluida con agua y café soluble, y por supuesto frío. Me da palo el tema cacito, sobre todo a esta hora y siendo solo para esto, además luego limpiarlo, etc. ufff !,calla, calla. Salgo a caminar. Llego a una plaza y me siento en un banco junto a la entrada principal de la mezquita, hay un entierro, eso hace que el lugar esté especialmente concurrido, aunque la celebración se ve deslucida por la lluvia que empieza a caer.

Si Xaouen tiene algo es pasear, perderse por sus calles , relajarse en las terrazas de sus cafés y disfrutar del tranquilo pasar del tiempo. Ese algo en este Xaouen no existe, con este tiempo no. Vuelvo empapado al coche, dentro de la garita se intuye un cuerpecito que se encoje de hombros y resignado señala al cielo.¡ Vaya susto me diste anoche!, le digo.

Estoy sentado mirando como golpean las gotas de lluvia en el cristal. Pienso y dormito un poco. Cuando me espabilo ,cojo el mapa que llevo en la guantera, por su aspecto ya empieza a notar los kilómetros. Fez está a menos de trescientos kilómetros de aquí, y por supuesto entra en mis planes. Pero, ¿Por donde iría?. Iré dirección a Ketama, la carretera en el mapa está pintada de verde y eso siempre es un valor añadido ya que significa “carretera pintoresca” . Tendría que atravesar toda la cordillera del Rif. Y un par de puertos de montaña, seguro que el trayecto me ocuparía todo el día, es largo ¿pero tengo algo mejor que hacer?, sí, quizás esperar, pero eso va contra mi naturaleza.

Después de pagar al viejito y despedirme. Encaro la bajada que lleva hasta el fondo del valle, Xaouen esta en la ladera de una colina, en un entorno privilegiado. No se ve casi nada a través del parabrisas. En el arcén algunas mujeres cargadas con enormes fardos de ramas caminan imperturbables. En una curva un hombre me hace señales para que le pare y eso hago. Recuerdo al francés del ferry advirtiéndome de lo peligroso que era parar a la gente en la carretera, vamos, yo ni caso. Apenas, le veo entre el cristal empañado. Corre apresurado hacia la puerta, la abre. Sonríe aunque no tiene dientes, bueno tiene uno, sin el contraste del blanco de su dentadura sus ojos parecen todavía más grandes, vivos y brillantes. -Shukran!, Shukran! ( Gracias) me dice, está empapado, lleva una chilaba de lana, no debe ser mejor que mi gore-tex , ! Viva el chubasquero de pvc, en sus dos versiones amarilla y verde! Esos si que no calan. Se sienta sin parar de agradecérmelo: El tipo se gira y ve lo que le pareció ser una bestia asesina , ve a Ego. Asustado me mira, sus ojos ahora son más grandes, levanta el culo del asiento con la mano en el tirador abriendo la puerta por si tiene que saltar del coche. Lo tranquilizo y seguimos. Charlamos, aunque no dejaba de controlar a Ego con el rabillo del ojo. Trabajaba en una distribuidora de botellas de gas como vigilante, allí llegamos y allí le dejé.

Capítulo III

Capítulo III


Vuelvo a elegir una gasolinera para pasar la noche. Caliento una sopa de sobre y enciendo unas velas. Había comprado uno de esos paquetes de velas que venden en Ikea, todo un acierto, las usaría mucho durante el viaje. Gracias al calorcito que desprende el fogón, la cálida luz de las velas y el saco de dormir de plumas, el interior del coche se vuelve realmente confortable. Ego se acorruca tras el asiento del acompañante, había decidido que ese sería su sitio. Me pongo los auriculares para escuchar música y leo. Llevaba unos cuantos libros de esos que siempre rondan por casa que nunca aciertas a leer, ahora tendría tiempo. Despegan mis sueños a la misma velocidad que mi conciencia aterriza. Buenas noches.

Llaman a oración desde la mezquita. El reloj marca las siete cuando me desperezo dentro del saco, abro los ojos. El cielo está gris pero no llueve. Como siempre despierto con el morro de Ego frente a mis ojos, a la espera que el más mínimo movimiento que indique que empieza el día para mi.

Pregunto al chico de la gasolinera dónde está el lavabo. Me dice que es compartido con el de la mezquita. Era un lugar humilde, empecé lavándome con agua fría pero un hombre viéndome perdido me indica donde está la fuente, los cubos y el agua caliente, me doy un buen aseo mientras de fondo suenan los rezos.

Me dirijo al centro de Tetuan. Antes vuelvo a llenar el deposito. Sería una constante...aunque no llegase a la reserva, siempre que pudiera pensaría en llenarlo, serian unos kilómetros de más en caso de emergencia.. Aparco en el centro, en un parquing de pago, junto a la medina. La ciudad está sorprendentemente vacía, desierta, sólo de vez en cuando me cruzo con alguien. Recorro las calles de la medina una y varias veces, no por que quisiera si no por que mi orientación todavía no esta curtida en estas lides, Visito el cementerio, la tenería, que es donde preparan las pieles para mas tarde trabajar con ellas. Me encanta perderme entre estas empinadas y angostas callejuelas. Contento dejo la medina y busco un sitio donde conectarme a internet para dar señales de vida y para mirar la previsión del tiempo. Que ganas tengo de ver el sol. Encuentro el cyber en la segunda planta de un edifico en estado precario. Hay una chica limpiando , esta cerrado, me dice que habren a las diez. ¿ Y que hora es ?,le pregunto. Me contesta que las nueve, ! Mi reloj marcaba las 11¡ ...¿Entonces a que hora me he levantado?, habían dos horas de diferencia horaria. Bien Óscar bien ,¡En la linea!.

Hago tiempo desayunando por segunda vez en la terraza de un bar que me pareció acogedora. Pronto se sienta un chico en una mesa enfrente, me mira, me incomoda. Al poco se levanta y me pregunta si quiero "follar" en su casa, dice que tiene sitio! Creo que la cara y el ¡No!, fueron lo suficientemente convincentes para que se fuera a paso ligero. Su lugar lo ocupa un señor vestido impecablemente con traje y bañado en colonia. Limpia la silla antes de sentarse y la cubre con una hoja de diario. Se mete la mano en el bolsillo y saca un gran puñado de monedas de dirham. Y como si de caracoles se tratara tras un día de lluvia empezaron a salir señoras y ancianos en busca de su limosna. Parecía formar parte de un ritual diario. También se acercaban jóvenes , aunque a estos últimos no les daría nada.

Vuelvo al cyber-antro. Las previsiones en el norte pintan mal. En Chefchaouen parece que el tiempo está un poco más tranquilo, esto me ayuda a decidir para donde voy. Pensaba quedarme más tiempo en Tetuan, quería sacar a pasear la cámara y tomar algunas fotos en la medina, pero no tenia ganas de mojarme más. Necesito que no llueva! Me voy rumbo a “Chaouen”.

Sólo separan unos setenta kilómetros las dos ciudades, pero distancia suficiente para que un poli, el primero, de no se si cientos, pero si decenas, me parara para pedirme la documentación.

-Bon jour, les papiers de la voiture vous plaît. Le entrego la documentación del coche, los mira y los remira, me pregunta que de donde soy y a donde voy que, que hago allí , que si voy sólo y un sin fin de preguntas a las que respondo entre acojonado y espectante. De pronto, cambia el gesto y me pregunta:¿No has visto que el semáforo esta en rojo?. Pues no , le digo! El me dice que si , que lo estaba y que le tendría que dar doscientos dirhams, unos veinte euros, o que de lo contrario me pondría una multa. Que debería ir a comisaria a acompañarle.

Saqué la mejor de mis sonrisas, que si no tenia dinero, que si haba visto el coche que tenia , que no era un Land Cruiser precisamente, que era estudiante y que sólo quería conocer su fantástico país , vamos que le vendí la moto a base de bien y me dejó marchar y pude continuar camino hacía la ciudad azul.


Hoy apoyé el hombro contra la pared
en el umbral de una puerta,
en una ciudad desconocida,
vi pasar la gente,
vi pasar la vida y no tuve prisa


Chefchaouen, Xauen para los amigos, no hace mucho era sinónimo de mochilero fumao. No en vano está en el corazón del Rif. Y como quién tuvo retuvo y hay que dar de comer al necesitado, no esperó, el primer vendedor de hachís, a que pusiera un píe en el suelo , para ofrecerme su deliciosa mercancía. Aparqué, buff, me estoy cansando de usar, siempre esta misma palabra...a ver, diccionario de sinónimos, a ver, a ver... me sale esto: ubicar, colocar, estacionar, disponer, situar … bueno , en fin que APARQUÉ el coche a las puertas de la medina y me fui dar una vuelta. Mucho me habían hablado de ella. Hay veces que tras crearte unas expectativas demasiado altas al encontrarte con la realidad quedas decepcionado, pero no fue el caso, aunque debo añadir que no llovía, y quizás cualquier barrio de la periferia de Barcelona me habría parecido igual de hermoso en ese atardecer. Me limito a pasear a Ego lo justo para que se vacíe y lo subo al coche. -Lo siento Ego pero estoy ansioso por sacar fotos! Y con el dedo en el gatillo de la cámara vuelo a salir con toda la intención del mundo de disfrutar. ¡Feliz!



Y sí, disfruto. Callejeo esquivando vendedores, los esquivo a todos menos a uno, al implacable vendedor de chubasqueros de plástico. A pesar de su cojera, por que era cojo y lo era un rato, me lo encontré en incontables ocasiones, en todos los vértices del pueblo, en cada una de las terrazas donde me tomaría un té ,en las plazas, en cada rincón...¡Dios mio que pesadilla! Nos reímos de la situación, acabé dándole diez dirhams a cambio de que desapareciera y ¡No, no me quedé con el chubasquero! ¡Ostia,que no lo quería! .Deambulo por las calles si rumbo, siempre buscando la calle más estrecha y más retorcida. Me empapo de todo lo que me parece curioso y lo fotografío, imagino que a ojos de los rifeños debo tener la misma pinta guiri que tienen los turistas en mi pueblo cuando capturan con su cámara lo que es para mi la cosa mas cotidiana y aburrida.


Hay una obra, están construyendo un edificio nuevo. Usan la pendiente de la montaña para transportar el cemento y lo distribuyen mediante unas chapas en forma de canal. Los andamios están hechos con troncos, tablas y cuerda.
Todo se hace a mano, el conjunto es curioso...si antes parecía un guiri ahora parezco un jubilado supervisando la obra.

..

Cuando regreso al coche, un gorila sale a mi caza, y me pide que le pague su cuota de vigilante. Mientras , abro el coche y bajo a Ego a la vez que le digo que yo, ya tengo guardián. Discutimos. El dice que lo normal es que yo le pague, que no podía irme sin darle el dinero, y yo que no pensaba darle nada por que no necesitaba de su ayuda. Visto el percal, busco un mejor lugar donde pasar la noche. De momento no tenía pensado gastar dinero en Hotel y menos en una ciudad turística, como Xauen. Encuentro un parquing cerrado. En la puerta hay un anciano, su rostro parece el suelo de un lago tras una larga sequía, vestido con una chilaba, babuchas y mugre, sobretodo mugre. Pero me transmite una agradable paz, una paz que traspasa el olor a orín que sale del cuartito a modo de garita que tiene junto a la entrada. Le pregunto el precio que debía pagar para pasar la noche . Cuesta que nos entendamos, mi árabe es nulo, y su francés, peor que el mio, así que acordamos el precio enseñando y escondiendo monedas. Dentro dejo el coche bajo un árbol, lo suficientemente grande para proporcionarme una agradable sombra. ¡Y es que sigue sin llover! El viejo tiene un par de perros que ya nos acompañaban desde la entrada, habrían olido a Ego. El señor dice que no hacen nada, pero a mi no me lo parece. Apoyada en el tronco del árbol hay una vara de aluminio, la cojo y la alzo a la vez que la agito al viento. He encontrado el anti-viral, los perros salen escopeteados como si hubieran visto al mismísimo diablo. Deduzco que aquí a los perros los ahuyentan a base de palos, perfecto! Como algo mientras se pone el sol, o como diría un niño, se quita el sol, por que a esa hora el sol se quita y no se pone. Así que adueñado del bastón y esta vez en compañía de Ego volvemos a la mediana a ver que tal de noche.


Capítulo II

Capítulo II

Sin prisas,
esa era la intención
pero se hace difícil luchar contra tu naturaleza,
a ratos lo consigo,
a ratos me dejo llevar por mi inercia,
a ratos yo.
Debería aceptarme, inconstante, inestable, inacabado.


Recuerdo el crujir de las chapas al montar el coche en la rampa de acceso al barco como si estuviera escuchándolo ahora mismo, se me ponen los pelos de punta mientras emocionado escribo estas líneas. Se que lo he dicho antes pero ahora si que si ,¡Ahora es la buena! . Una vez dentro del ferry me indican donde aparcar, fueron piadosos conmigo ya que no me hicieron maniobrar mucho en el estrecho parking. Gracias de nuevo. Detrás mio aparca un francés de los que saludan currículum en mano, curtido en viajes según cuenta. Iba también con perro. Me alecciona en las cosas que debo y no hacer, me advierte de todos los peligros, que según el no eran pocos y me mete en el cuerpo todo el miedo que puede. Tras darle las “gracias" el francés se dirige hacia la furgoneta de otros chicos que también acaban de embarcar, a quienes a bien seguro y con toda su buena intención advertirá de los innombrables y múltiples peligros de su viaje. Después de tremendo sermón subo a cubierta dejando a Ego en el coche, desde ahora convertido en feroz perro guardián.

El barco va relativamente vacío. Me entretengo en adivinar los motivos de viaje de cada cual y en rellenar el primero de los muchos formularios que debería realizar en la aduana Marroquí. Aprovecho también los lavabos para quitarme un poco de mugre. Afuera parece que ahora sólo chispea, y salgo a una de las terrazas a tomar un poco el aire. El olor a gasóleo mezclado con agua de mar es de lo más desagradable. Sólo unos cuantos fumadores, a los que irónicamente parece molestarles el humo de motor del barco, y una pareja emulando a Kate y a Leonardo en Titanic aguantan en el exterior. Yo regreso al impersonal pero confortable interior del barco y me acomodo en un sillón frente a un gran ventanal en la proa mientras nos acercamos poco a poco a puerto.

Atracamos en el muelle y como si de la salida de una carrera se tratase los conductores montados en sus coches arrancan e intentan ganar posiciones. Un carril limitado por conos nos conduce hasta el puesto aduanero donde una avalancha de personas sin uniformar ni identificación alguna aporrean las ventanas de todos los vehículos pidiéndonos la documentación. Desconfiado pero contagiado por el que hacer de los demás entrego los papeles a un hombre, que desaparece en dirección a la oficina de aduana, iba perseguido por un segundo que me grita que después le de una buena propina, ¿¡Cinco euros dice!..¡Al igual!, pienso , más tarde se conformaría con un euro. Esto marcaría ya una tendencia en mi a la hora de aflojar dinero a según que gente. Me convertiría en el típico occidental rata. Si el papeleo constaba de tres o cuatro documentos , eran tres o cuatro veces las que te pedirían propina, matemática pura. En la cola había toda clase de vehículos, franceses, belgas, holandeses, alemanes, habían furgonetas, todo terrenos, autocaravanas, algún clásico y lo mas llamativo un par de tipos montados en ciclomotores equipados como si fueran a realizar el rally París-Dakar, !Si es que hay gente para todo!

Con todos los papeles en la butxaca aparco justo a la salida, delante de una oficina de cambio, me surto de dirhams , que es como se llama la moneda marroquí, cojo el cambio sin contarlo y lo meto en la cartera. Me doy cuenta de que todas las advertencias y perjuicios sobre esta gente han hecho mella en mi. Tengo paranoia. Creo que todo el mundo me mira y quiere mis”cosas”.

Practico el ritual cerrando cortinas etc. y voy a dar una vuelta por la medina de Tanger. Sigo sin poder sacar la cámara , llueve y mucho ,por el momento se vería frustrada mi idea de fotografiar todo aquello que se moviera. Mi goretex, que es el nombre que se le da al tejido de la chaqueta que llevo, hay algo que no entiende, debería evacuar el agua y !No absorberla!, se empapa de inmediato, también llevo puestas las botas de montaña que de momento aguantan el tirón. En la calle queda poco asfalto sin cubrir por el agua, es increíble, joder que estoy en Marruecos y parezco Bob esponja, aquí tiene que hacer mejor clima ostia! Aún con la que cae encuentro a muchos busca vidas a la caza del turista con cara de gil como la mía, supongo que al igual que las moscas hubieran estado mas pesados con calorcito y solete así que me conformo. Al lado de la verja jóvenes intentan colarse en los camiones para pasar la frontera y las carreras entre chavales y policías se suceden.

Las empinadas calles de la medina parecen ríos, pero aún así hay tiendas abiertas y algo de vida en la calle...alguna merluza , algún atún. Ego parece un castor de lo empapado que va. Pronto rendido me doy media vuelta y vuelvo al coche y con todo el pescao vendio habiendo visto más bien poco de Tanger arranco dirección Tetuan.

Dice la radio que no llovía así desde hacia cuarenta años, y que ha sido récord de agua recogida en veinticuatro horas, desprendimientos, muertos y desaparecidos, casi nada. Cogí carretera nacional y en efecto habían muchos taludes derrumbados, piedras en la carretera, barro y algún tronco. De vez en cuando en algún badén el agua superaba en un par de palmos el nivel del asfalto. Antes de llegar a la población costera de Martil tuve que vadear el primer río desbordado. Me detuve en el margen de la carretera y esperé a mi conejillo de indias particular, en un principio no hubo suerte, todos los que venían imitaron mi gesto y nadie se aventuraba a cruzar. Un camión mercedes de época fue el primero. Pasó sin problemas. Eso me animó y fui el segundo en mojarme. Fui demasiado rápido , eso hizo que el agua desplazada por el morro del coche fuera golpeando en el parabrisas haciendo la travesía de lo más espectacular, aunque sin mayores problemas pasé a la otra orilla.

No sería hasta unos kilómetros después y ya en las afueras de Martil donde me convertiría en el protagonista del espectáculo que miraría la gente subida a un montículo que había a pie de carretera. En frente un perro se acerca nadando, se sacude y hace compañía a los demás espectadores mientras un policía que montaba guardia en medio de la carretera enfundado en una capa de plástico me indica que podía pasar. -¡¿Como?! Ahora eran otros los que esperaban a su rata de laboratorio. No las tengo todas, mejor dicho, ¡No tengo ninguna!. Delante habían dos hileras de palmeras, imagino delimitaban la avenida, pero , ¿habría mediana? ¿Estarán las tapas de alcantarillado, si las hay, en su sitio? No se, le doy a la palanca del cuatro por cuatro , la reductora y quito el contacto, el catxarret no necesita de batería para funcionar. Buff, buuff, primera, segunda, tercera...creo que así está bien, avanzo. Empieza a subir el nivel de agua, media rueda, lo veo negro, pero no puedo detenerme si no se me parará el motor, pienso... sale vapor de agua del capó,el motor esta en contacto con el agua, ¡ Joder que nervioso estoy!, el agua sigue subiendo de nivel,y ya está dentro,¡Oscar no pares!. Al fondo se adivina una subida donde tendría que acabar esto. ¡Dios! Sigue subiendo el nivel, voy pisando el acelerador con el pie sumergido en agua y no paro. Estos minutos se me están haciendo interminables.

Parece quedar poco para acabar, va bajando el nivel de agua. Paro un minuto en medio de la calle, donde evidentemente no molestaba a nadie, ya que era el único que había decidido convertir su coche en submarino. Espero a que escurra un poco mi Nautilu. Pienso en lo arriesgado que es exponer así el coche en un país extranjero. Continuo la marcha.

No pasarían más de trescientos metros cuando el asfalto volvería a ser engullido por el agua. No mamá, no ¡Noooo! No quería, no,de verdad que no quería, joder.A lado y lado todo eran campos inundados, quizás si daba media vuelta... Pensé que lo atravesado era malo, pero ya lo conocía, y en quien sabe lo que vendría a continuación, no se que hacer, joder! Continuar de frente, eso haría. Esta vez el agua no subió tanto de nivel y al confiar más en las capacidades anfibias de mi coche crucé un poco menos nervioso, porque de tranquilo nada. Más adelante encontré un desvío que me llevaba a la autopista, evidentemente lo tomé. Resultaron estar todos los peajes de las autopistas abiertos . Tarde pero me enteré que las demás comunicaciones estaban cortadas. En la autopista recorro algunos kilómetros en relativa calma y empapado, pero con la comisura de los labios en positivo llego a Tetuan.

PRIMERA PARTE Capítulo I

PRIMERA PARTE

Capítulo I

Un punto de inflexión.

No brilla.
Ni mi vida, ni mi Sol.
Inventaré algo.
Envolveré mi vida en papel de plata y brillará.
Brillará hasta deslumbrar.
El resplandor ocultara la levedad de mi ser.



Te decides por traspasar una de tantas puertas. A la fuerza, siempre la correcta, y mejor así. De todas formas y para mi alivio nunca tendré la opción de comparar...Atrás dejaré mucho, tanto que quizás sea demasiado.

Me voy.

Y como siempre con prisas, ¿pero por que? Si no huyo, o ¿si? o quizás sea el vértigo que produce lo desconocido, el lanzarse a un futuro incierto lo que me hace acelerar los preparativos de este viaje dejando la mayoría de las cosas al azar.

Elijo.

Compré un Land Rover Santana. Quizás su aspecto, el de lata de cerveza pisoteada tras un concierto de Rock, sus más de veinte años, y la certeza de que la cabina se hubiera usado a modo de hormigonera para pastar cemento , no vaticinaban un final feliz. Pero nada más lejos de la realidad. Tras mucho batallar, pasar horas untado en grasa, recorrer desguaces e inyectarle una elevada dosis de fe y cariño, permitieron cambiar lo que hubiera sido su seguro destino a una planta de reciclaje.


Me acompañaría Ego, mi perro. Mentiría si dijese que desde un principio pensé en llevarlo. Sabía que en los países musulmanes los perros no son precisamente unos animales queridos. Así que esto, añadido a la dificultad implícita de viajar con animales, hacia que mis ganas en dejarlo con mis padres ganase enteros. Pensándolo quizás fue Cristina , una amiga, la que acabo por animarme a que me lo llevara, quizás ella y su experiencia en decenas de viajes por África o quizás la imposibilidad final de dejarlo en casa, el resultado, el mejor de los posibles, sin duda.

Y sí, me voy a África, Debería haber dicho Marruecos, será la tendencia a pensar en superlativo la que me arrastra a meterme en batallar en estos “fregaos”. A Marruecos decía siempre que me preguntaba alguien por el destino de mi viaje, aunque en mi cabezita,( literal), siempre rondaba la idea de ir hacia el Sur, siempre al Sur. Y, ¿para cuanto tiempo? , bueno, unas semanas o así... Mentira. Sabía que este sería un viaje guiado por el viento ,decidido y pensado en el amanecer de cada día, debía ser así.

No descubro nada al afirmar que un viaje empieza mucho antes de partir. Pero ¿Cuando?. Con toda seguridad el mio comenzó al cruzar la puerta del geriátrico donde hacia tiempo estaba viviendo una tía abuela mía a la que fui a ver. La tenián en la cuarta planta, sentada frente al ascensor. Abajo en el salón eran muchos y los ivan distribuyendo según convenía, me diría más tarde. Le habían avisado de que tenía visita, y esperaba impaciente. Me vió. Ayudada por el caminador, se acerco a mí, me rodeo con sus frágiles brazos , tenia los ojos bañados en lágrimas, después me preguntó quién era yo. Y me preguntó por la familia, y me preguntó por la familia, por que ella, siempre preguntaba por la familia. Hablamos, la escuché, nos despedimos bajé y monté en el coche. Esta seria la última vez que la vería, murió poco despues.

Salgo de Calella, que es donde vivo habitualmente. Calella es un pueblo turístico venido a menos situado en la provincia de Barcelona y me dirigiría a Tarifa i de allí a Tánger. Pero antes pasaría por la Aldea de Cuenca, en la provincia de Córdoba. Cuenca es pueblecito donde mis padres tienen una casa y pasan la mayor parte del año. En Cuenca ocupé mi tiempo en equipar el coche con alguna de las cosas que pensé necesarias para hacer más cómodo el viaje, léase unas cortinas, que deberían proporcionarme un poco de intimidad; una mosquitera, posiblemente el arma más efectiva contra la malaria, aunque no faltaba “lariam” i “malarone” en el botiquin y un pequeño armario a modo de cocina donde guardaría ollas platos y algo de comida. A todo esto sumaria una esterilla de pilates comprada en Decathlon , un par de garrafas de 25 litros, para agua y gasoil , una ducha de camping que no llegué a utilizar nunca y una caja de herramientas más o menos completa. Aproveché también para pasar la itv, y pasear a mi madre por el coto familiar de Sierra la Grana. La sierra es una cerro rodeado de campos de labranza cercano a la aldea, donde de paso probaría las aptitudes de 4x4 que se le suponen al Land Rover con un resultado impecable.

Paso que en unos de los bares del pueblo, mi padre, debatía acaloradamente con un militar brigada del ejercito sobre el elevado consumo de mi coche. Decía que ellos los retiraron del ejercito precisamente por esta circustancia. Que era imposible que yo hubiera gastado solamente cien euros para cubrir el trayecto entre Calella y la aldea, unos 1100 Km. Que yo, mentia. Mi padre indignado le preguntó ,si no eran ellos, los militares, los que se quedarían con el dinero, en vez de llenar los depósitos y claro, se lió.

Lo cierto es que yo no me había planteado esta disyuntiva hasta un par de días antes y fué en el parking de una gasolinera. Había parado a estirar las patas y como no, por Ego, para que vaciara la vejiga, fue entonces cuando un gitano, de aquellos que cumplen con el estereotipo al cien por cien, aparcó se furgoneta a mi lado. Se bajo , miró a Ego con desconfianza y tras preguntar si mordía, se acercó y me saludó cordialmente.

-¡Payo! Mira ¿ Cuanto meda por el reló? A la vez que me mostraba un supuesto “tag heuer” envuelto en un celofán ruinoso.

-Nada, ya tengo reloj, no necesito, gracias!

-Pero si e mu bonico!, mira como brilla! Si es un tachuer! E de marca i to! Sesenta leuricos y te lo lleva!

-No de verdad, tengo el mio.

-Pero el tuyo es de prastico, mira este, metarico y to nuevo. ¡Mira como brilla!,¡Te lo cambio por er tuyo!

Le expliqué porqué necesitaba mi “ suunto”, marca de mi reloj. Le expliqué que tenia brújula, altímetro y una serie de cosas que me harían falta en mi viaje. La expresión de la cara del “Gitano” al escucharme no tenia desperdicio, todo le sonaba a chino, ¿brújula?, ¿altímetro?, ¿viajar?. Mientras hablábamos al “ Gitano”, automáticamente, se le iba la cabeza hacia el interior del coche, escaneó el coche con su mirada una y mil veces, quizás por curiosidad, quizás en busca de algún “souvenir”

-¡mira!,¡ Si tiene cortinicas y to!, ¡Oye!, y allí ¿A qué vas?, Si allí no hay na, si no hay agua, y no tienen pa come , te llevaras toa la comia daqui ¿no? ¿por que alli que comen? ¿se comen a los animales sarvajes? Allí estan los negros y los moros, esta to lleno, no es como aquí que hay payos, Esa gente son mala y mal avenia...bueno aquí tambien hay muchos ahora, pero no tienen tanta hambre como alli y son menos peligrosos...¿y el coche este cuanto gasta? ¿Porque tiene que gastar mucho no? Yo lo he visto en la televisión por el desierto y van mu bien,,Alli no hay carreteras.¿Cuantos litros gasta pa ir a Africa?

Le dije que no me lo había planteado hasta el momento. Que gastaba unos cien euros cada mil kilómetros. Fue entonces cuando pensé, que ni tan siquiera había pensado en un presupuesto para el viaje, realmente había dejado todo a la improvisación. Me deseó buen viaje y nos despedimos. Un diablillo de buen corazón, pensé. Luego reposte y continue mi camino, mientras en el interior de la gasolinera el “Gitano” discutía supongo por la venta de su reloj.


Estaria una semana en Cuenca antes de despedirme de mis padres. Mi madre estaba muy preocupada, imagino que esto es un binomio indivisible, común en todas las madres. Quise tranquilizarla. Quería que supieran que había sido muy feliz, que no estuvieran tristes por mi en el caso que me ocurriera algo, que había vivido intensamente. Que les quería mucho, y por supuesto que llamaría a menudo.

Arranco, salgo de la aldea por última vez, ruge el motor, y de que manera. Pronto me acostumbraría al sonido ensordecedor que producen los 3.500 c.c. Y los 6 cilindros del motor asimilando el ruido como algo inherente en el paisaje, tal que una nana tántrica que me mecería en mi sueño a lo largo de todo el camino.

Paro en Peñaroya-Pueblonuevo donde por segunda vez tuve que volver a pasar la itv. ¡ Pero será idiota el tipo!, pienso. Me había hecho desmontar las defensas delanteras del parachoques del coche. Me dijo: -Quizás allí en Cataluña podéis hacer lo que queráis pero aquí, si te digo que las defensas las tienes que quitar , las quitas y punto, o si quieres puedes homologarlas, buscando un taller, la factura, el estudio técnico del ingeniero...tu mismo, ¡Es lo que hay!. ¡Dios, como odio esta expresión!. Me tocó callar y los huevos, vamos si quería irme de una puta vez, tenía que pasar por el tubo. Al final conseguí la tan preciada pegatina, aunque el operario perro como el que más, no se digno tan siquiera a quitarme el antiguo adhesivo.

Enfrente tenía un supermercado Día, entre, he hice las últimas compras. En el momento creía haber arrasado con todo...pero joder , con el tiempo, pensé que tenía que haber hecho caso al “Gitano” cuando dijo que en África no había comida y me preguntaba si me la llevaría toda de aquí, si al final tendría razón. Debí haber comprado más y de todo... Cosas ricas, y sobre todo más comida para Ego.

Se nubla el día, y llueve. No pararía de llover hasta dos semanas después, aunque tuve suerte, pocas veces me pillaría la tromba de agua sin estar bajo techo. Los cristales del coche se empañan, y no hay manera de desentelarlos, y no lo entiendo, dentro del coche hace un frio que pela, aun con las puertas cerradas y los cristales subidos corre tanto aire que debería impedir que ocurriera, pero ocurre. Todo se humedece.

Había pensado en pasar por Cádiz o Huelva para disfrutar unos dias de playa, evidentemente con este tiempo los planes se truncaron. En Barbate, en donde el cielo me dio un respiro paro para visitar su faro, y sus famosas playas. Pero lo que es más importante, abandoné el coche junto a mis pertenencias por primera vez. Busqué lo que me pareció un lugar seguro donde aparcar. Me aseguré haber dejado todas las cortinas bien cerradas, verifiqué las puertas y cámara en mano salimos a dar un paseo. No estaba tranquilo, no me hacía gracia el alejarme mucho, así que la caminata duró poquito, tenía miedo por mis “cosas”. Cuando regresé todo estaba en su sitio, tengo que relajarme, pensé, debía hacerlo si no quería ver pasar la mayoría del viaje a través de un parabrisas.
Se acabó la tregua, vuelve a llover, esta vez mucho más fuerte. Y como siempre el cristal entelado. Intento limpiar para ver algo, pero el trapo tiene la panza llena de agua y no quiere beber más. Resignado acostumbro la vista. El sonido del motor me envuelve y me engulle, todo está gris...Ego de vez en cuando me viene a saludar , da un par de vueltas, se acerca, me quita la mano del cambio de marchas y me obliga a acariciarle la barriga, mueve la cola, me da un par de lametazos a modo de beso y vuelve a estirarse detrás . Sigue lloviendo. Llegando a Tarifa la carretera se abre camino atravesando un paisaje sembrado de molinos de viento. Por un momento creo ser un Don Quijote montado en su Rocinante, acompañado de mi Sancho Panza, y por supuesto, ¡ Igual de loco!

Llego a Tarifa. Mucho dista la imagen que tenía de esta ciudad, de la que me encontré. Si, las calles están repletas de tiendas y escuelas de Wind Surf, Kite Surf y toda clase de deportes relacionados con el viento y el mar. ¿Pero donde está el Sol!, el ambiente y las chicas en bikini?. Desanimado por tanta agua, evito salir del coche más que lo justo y necesario. Quería mantener seca y limpia la poca ropa que llevaba el mayor tiempo posible.

Voy al puerto en busca de información, horarios, precios...Hay un ferry donde puedo embarcar, pero es tarde, y me pregunto si me apetece entrar a Marruecos a esas horas de la noche, teniendo que tramitar los permisos , visa, etc, creo que no...decido esperar, compro el billete para el primer barco de la mañana, y hago noche en Tarifa. Emplazo el coche en un parquing junto a una Repsol, donde me aseguré un lavabo por la mañana y una cierta seguridad. La radio de mi mp3 no daba buenas noticias sobre la evolución del tiempo. Dormí bien.

Amanece. A sabiendas que el gasoil era un poco más barato al otro lado del mar, aprovecho para llenar el deposito a tope, prefiero llegar con el tanque lleno y así no tener que empezar buscando gasolinera, también saco trescientos euricos del cajero y recargo el móvil. Llego temprano a mi cita con la cola a la salida de la aduana. Allí ya esperaban unos cuantos coches por delante . En el otro carril, el de entrada, un guardia civil, saca a pasear su perro adiestrado en olisquear a todo aquel que quisiese entrar en España con algún recuerdo del valle del Rif. Ego, con las orejas tiesas y la punta de su lengua rosita asomada se mira al perro de la venemerita desde la ventana con la cabeza de lado , imagino , buscando un mejor ángulo. Pienso en el tiempo que pasamos trabajando , Ego y yo, en el rescate en avalanchas, en la nieve, en la montaña.y en todo lo que hemos vivido juntos.

Aprovecho la espera y me bebo el chocolate del desayuno mojado en un dulce de melancolía.

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